Actualmente se puede ya corroborar que la anunciada subida del nivel del mar no será de 59 cm, sino de mucho más, puesto que el deshielo se acelera a un ritmo no previsto. Un ejemplo lo tenemos en el mar Ártico, donde a comienzos de agosto del año 2008 se desprendió una superficie de 49 km² del Ártico canadiense y donde ya no existen las condiciones medioambientales que durante siglos han garantizado la estabilidad de los cascos polares. Otro ejemplo lo tenemos en la isla canadiense Elster, donde en el verano del mismo año se perdió una superficie de hielo de 134 km², es decir, diez veces más de lo que se había pronosticado algunas semanas antes.
Durante mucho tiempo se pensaba que en el Antártico las condiciones eran más estables, sin embargo las últimas observaciones demuestran que en febrero del 2008 se desprendió un gran iceberg del casquete polar que media 41 km por 2,4 km, lo que vendría a ser la superficie de la ciudad alemana de Colonia.
Está claro que la concentración de metano ha sido el detonante de un proceso ya imparable. El metano funciona como gas de efecto invernadero y hasta el año 2007 se encontraba en una concentración estable en la atmósfera. Hoy se sabe ya sin lugar a dudas que entre los motivos principales del aumento del mismo está la ganadería intensiva, pero también que los suelos de permafrost de Siberia se descongelan con más rapidez, donde amplias zonas antes heladas, se convierten ahora en pantanos liberando el metano allí concentrado.
Con respecto a la ganadería intensiva, el proceso es el siguiente: en la panza del vacuno se forman diariamente unos 170 litros de metano, de manera que cada res anualmente produce 44 kilos de metano, que naturalmente son emitidos a la atmósfera. Actualmente tenemos 1.300.000.000 reses en la tierra y aproximadamente 1.200.000.000 de ovejas, que sumados emiten unos 80 millones de toneladas de metano a la atmósfera. A esto se añaden unos 25 millones de toneladas más de metano, proveniente de los excrementos. Por eso algunos investigadores afirman que la disminución de las cabezas de ganado sobre la tierra podría ser a corto plazo la medida más efectiva para la reducción de la emisión de los gases de efecto invernadero y con ello también de la reducción del aumento de la temperatura.