Recibir este nuevo año con ánimo y optimismo -aunque no con conformismo- es una práctica que nos impulsa a desechar aquellas acciones negativas que conllevan a la división, que profundizan el aislamiento e imponen severas discrepancias que se convierten en barreras al entendimiento.

Esforzarse para que la unión nacional no sea una quimera y se llegue a ella conscientes que la integración ecuatoriana es la estabilidad definitiva del hogar nacional, cuya solidaridad nos fijará al progreso de un futuro concertado con la

hermandad.

Pero esto no es papel preponderante solo de los líderes del gobierno actual, ni de sus partidos, sino también de los dirigentes de oposición, en la búsqueda del entendimiento.

Y del pueblo, que siempre debe recordar que en su decisión reposa el escogimiento de la clase de gobernante que desea. Incluido la permanencia de esta. ¡¡Feliz año 2016!!