Hemos iniciado un nuevo año, promesas electorales quedan atrás, esperamos obras, leyes, hechos reales de los inquilinos del palacio ejecutivo, palacio legislativo, palacio judicial y que reciban las bendiciones del palacio episcopal, ya que todos los candidatos que participamos en la contienda del 2006 nos inspiramos en Dios y el pueblo ecuatoriano, incluso visitamos a nuestros compatriotas en los países que emigraron por buscar el pan de cada día y enviarlo transformado en divisas para el bien de la familia y sobre todo para la salvación del país. En el campo agropecuario, tenemos denuncias contra El Tahúr de Palacio, pero sobre todo pruebas reales, gracias a Dios no somos ni ciegos, ni sordos, ni mudos, H. parlamentarios, menos ustedes. Vemos el éxodo hacia las capitales de provincia y luego al exterior, perdiendo muchos la vida al naufragar las pangas o barcos si se los puede llamar así. La vida está en el campo, la comida viene de la tierra, los ríos y los mares, la labranza y crianza la hacen manos tiernas de niños, niñas, jóvenes, mujeres, hombres con la piel curtida y manos callosas; el labriego, el campesino, el indígena y amazónico enriquece y da la seguridad alimentaria y son nuestros héroes desconocidos. Gracias honorables legisladores/as, honorables fiscalizadores/as, por volver la mirada al campo y restituyan a nuestros ciudadanos, nuestro pueblo en lo que somos honorables. Mil y mil gracias por su atención y la difusión del lanzamiento del libro “El Tahúr de Palacio” que será en las próximas semanas y repercutirá en beneficio de la recuperación del campo, de la autoestima del agricultor, del pueblo y lograr frenar el cuadro dantesco de la última década en el Ecuador, de quienes se han convertido en los héroes nacionales, nuestros emigrantes.