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Fernando Macías Pinargote
Cambio de época

Es obvio que vivimos un cambio de época. Y no me refiero específicamente a la célebre frase del Presidente ecuatoriano, sino a la realidad del entorno planetario.

Jueves 24 Mayo 2007 | 23:28

El libro “La tercera ola” divide la historia productiva en tres instantes: el de desarrollo agrícola primario, en la cual el eje transversal energético del mundo fue, ni más ni menos, la fuerza humana- animal; el de la revolución industrial, cuyo eje transversal energético fue-es- el petróleo; y el período de la revolución tecnológica que se inició a mediados del siglo XX y no sabemos a dónde nos llevará. Esta tercera ola no se ha consolidado. Lo hará cuando entre en escena un nuevo eje transversal energético, que por ahora se lo está buscando. Obviamente ninguna de las etapas ha irrumpido por decreto y fácilmente. La humanidad ha tardado años en adaptarse a los nuevos estilos de vida y a los innumerables trastornos que un cambio tan especial conlleva. Pero no es sólo la llegada del nuevo símbolo energético lo que marcará la consolidación final de la tercera ola y revolucionará nuestro mundo. Paralela a esa llegada, el planeta está experimentando cambios sustanciales que alterarán muchas de las nociones que tenemos sobre la física, sobre la biología y sobre Dios. El re-enfoque de antiguas teorías orientales, analizadas a la luz de modernos métodos de investigación, ha puesto en vigencia a meta-ciencias como la física cuántica. No en vano un famoso analista del tema escribió esta frase inquietante: “la ciencia- se refiere a la física cuántica- dará en el futuro más señas de la existencia de Dios que la propia religión”. Este campo tiene, entre otros cultores famosos, al señor Deppak Chopra. Pero el análisis de las partículas subatómicas ya empezó a mostrar sus primeras aplicaciones prácticas: el desarrollo de la nanotecnología, que tiene su base en el manipuleo y alteración de las partes más pequeñas del micromundo inorgánico para elaborar productos de la vida cotidiana. A todo esto se une el desarrollo descomunal que ha tenido en los últimos años la biotecnología, es decir la manipulación de la partícula más pequeña del universo orgánico, el ADN. Mientras esperamos el eje transversal energético-¿ será la energía solar, la energía eólica o la energía cuántica?- nos siguen estremeciendo los últimos coletazos malignos del petróleo. Lamentablemente todavía deberemos soportar los efectos cataclísmicos del efecto invernadero, antes de que este monstruo desaparezca. Pasarán relativamente pocos años. Unos 50, quizá. En verdad vivimos un cambio de época. Y de alguna manera hay que encontrar la forma de contárselo a las nuevas generaciones, que serán en definitiva las herederas de esta nueva versión del hombre universal.
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