Actualizado hace: 935 días 15 horas 25 minutos
(o Manta Vs. los documentales)
Nuestro encuentro con el otro cine
La portada del documental Campamento Jesús

El domingo terminó el sexto festival internacional de cine documental (EDOC). Claro que para nosotros no es el sexto si no el primero. Antes, los festivales eran cuestión de otras ciudades y de otras provincias y de otra gente.

Martes 22 Mayo 2007 | 22:08

Bueno saber que las cosas cambian para bien, para mejor y para que los manabitas podamos ver un poco más allá de lo evidente. Un festival de documentales en Manta, aunque dure tan solo cuatro días, es todo un suceso y, esperemos, el principio de una hermosa amistad con ese cine que la corporación Cinememoria llama “El otro cine”. Cuando lean esto, quienes hayan acudido a la convocatoria habrán visto o habrán podido ver nueve documentales provenientes de Brasil, Argentina, Alemania, Chile, España y Ecuador. Es decir que quienes hayan pasado un fin de semana alternativo (en toda la extensión de la palabra), habrán viajado, habrán conocido gente que jamás hubiesen podido conocer de otra manera y, lo más importante, sabrán que esa gente en la que nunca pensaron se parece mucho a ellos, a nosotros; en el mejor de los casos nuestra gente habrá conectado con esa otra gente y se habrá dado cuenta de que esa gente somos todos. Para eso sirven los festivales, para saber lo grande y lo pequeño que es el mundo, lo mucho y lo poco que cuesta recorrerlo, aguantarlo, gozarlo y sobrevivirlo. El festival arrancó el jueves 17 con “Meninas”, una mirada a la vida de madres adolescentes en Brasil, un rollo bastante parecido al nuestro. Ese mismo día pasaron “La otra copa”, en la que la selección de fútbol argentina está integrada por mendigos callejeros que se van a Suecia a disputar el campeonato mundial con otros mendigos de otros países. El viernes pasaron “Mi padre El Turco”, una cinta sobre un hijo que decide encontrarse con un padre a quien no conoce, una película muy manabita que bien pudo haberse hecho entre Guayaquil y Chone (los que la vieron entenderán perfectamente); y también se exhibió, en estreno, el documental “Alfaro Vive Carajo: del sueño al caos”, de la realizadora ecuatoriana Isabel Dávalos, una investigación tragicómica acerca de una mito contemporáneo: el único grupo guerrillero ecuatoriano. Con el sábado, llegaron “La ciudad de los fotógrafos” y “Trelew”, confrontado imágenes de archivo con testimonios de sobrevivientes a las dictaduras de Chile y Argentina respectivamente. Y hoy, mientras baja el telón, se proyectan “Mensajeras de la luz”, “Pan” y “Taromenani: el exterminio de los pueblos ocultos” del ecuatoriano Carlos Andrés Vera. Los dos primeros son historias marginales y urbano marginales, y la tercera es exactamente lo que su título sugiere.
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