El dólar entonces, en un país como el nuestro, donde todo parece tener cierto grado de inestabilidad, en donde muchísimas veces se vive la sensación de andar sobre arenas movedizas, ha sido el gran estabilizador. Pero no solo eso. Es la moneda, aunque muchos aún lo duden, que ha permitido  el amplio desarrollo del sector inmobilario del país que ha beneficiado, en esencia, a la clase media y a la de menos ingresos. Los ricos, después de todo, siempre han podido tener casa. Lo he dicho otras veces y lo ratifico ahora: ha crecido tanto el negocio de bienes raíces que casi no hay ciudad en el Ecuador, pequeña o grande, donde no se observe aunque sea una urbanización desarrollada o en marcha. Y en este crecimiento, repito, el dólar ha jugado un papel fundamental y básico. Pero el dólar también ha servido para expandir el crédito y lo ha adoptado la sociedad como herramienta de crecimiento. Y donde más se puede notar su uso ha sido en el sector automotriz. Por eso es -también lo he comentado anteriormente- la cantidad de vehículos que hoy circulan en las calles y caminos del Ecuador.  Ahora las ciudades medianas y pequeñas sufren una enfermedad que era propia de las ciudades grandes: la congestión vehicular.

Se podrían enumerar muchas ventajas del dólar.  Pero además tiene una “cualidad” super valiosa: Es una moneda a prueba de políticos. Si pelean entre ellos el valor de la moneda no se altera. De tal manera que el presidente ha hecho muy bien en asegurar que durante su gobierno el dólar de EE.UU. seguirá como moneda nacional.