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Cuenca
El pueblo de Maria

María Delia del Jesús Calle vive en un sector “fantasma” del cantón Azogues, capital de la provincia de Cañar.

Domingo 28 Junio 2015 | 04:00

Su casa y la de su hijo son la únicas que están habitadas en este lugar que se ubica detrás de una capilla, en la subida trasera del cerro Cojitambo.

Las otras viviendas están en pie, pero abandonadas.
En total son cerca de 20 en el entorno del cerro. 
Son construcciones que pasan los 100 años de antigüedad y que han sido deshabitadas por su estado y por efecto de la migración.
Ahora son solo parte del recuerdo de lo que fueron las primeras casas que construyeron los antepasados. 
La casa de María Delia tiene unos 70 años y fue de su cuñada, allí vivió con su esposo, crió a sus hijos, pero ahora ella es la única que la habita.
La vivienda es rústica. Está hecha de piedra, madera, barro, penco y cabuya. 
Su hijo Mario Peralta sabe cómo se hacen estas casas porque él construyó la suya. Dice que usan esos materiales para protegerse del intenso frío que se siente en estos sitios. 
“La piedra que se utiliza se saca del cerro y a punta de pico y pala se hacía un cerco. Entre piedra y piedra se colocaba barro para que no se aflojen”, expresa.
Las bases se hacían de barro y pencos entrecruzados que se amarraban con cabuya. Con esto pueden durar años, además de que son muy calientes. 
>PROBLEMA. Para ellos vivir en estas casas es cómodo y acogedor, pero puede resultar un problema. 
Mario Peralta indica que todas las viviendas del sector hace varios años pasaron a ser parte del Instituto de Patrimonio y por tal motivo no pueden modificarlas, ni dejarlas caer por el deterioro. Si lo hacen los multan, expresa. 
Si las viviendas están muy deterioradas, los dueños están obligados a restaurarlas, pero deben realizar varios trámites y pagar los trabajos.
“Es por eso que muchas personas han optado por abandonar las casas antes de pasar por todos estos problemas”, dijo Peralta. 
Este es el motivo por el cual este sector luce desolado.
Según información proporcionada por el Gobierno Parroquial de Cojitambo, en el lugar hay más de 100 casas tradicionales que están en la misma situación.
>ESTUDIOS. En el libro arquitectura tradicional de Azuay y Cañar del Instituto Nacional de Patrimonio, los autores Mónica Pesantes e Iván González citan que no existen estudios claros sobre la vivienda cañari, pues los que hay se centran principalmente en la época inca y en torno a sus templos administrativos. 
Sin embargo, destacan que están realizando nuevas investigaciones. Hasta ahora han referido que los cañaris para su arquitectura utilizaron materiales del lugar tal como lo hicieron los familiares de Mario Peralta.
El desarrollo de las estructuras era escaso, pero las viviendas eran hechas en piedra con paredes de bahareque, techo de paja y piso de tierra. 
Esto se desprende de las crónicas de Jijón y Caamaño, que también agregan que algunas viviendas eran policromadas, que podría haberse dado por la existencia de la tierra de color en varias zonas de la provincia de Cañar y Azuay. 
Esto lo ratifica Ángel Urgilés, vicepresidente de la parroquia. El funcionario manifestó que en alguna de las viviendas se ha encontrado figuras con pinturas grabadas en las paredes de lodo. 
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