Ella se emociona recordando aquel instante. Recuerda que con toda su familia se prepararon para viajar a Guayaquil el 31 de enero de 1985. “Fue un momento especial, estar cerca de él, estuvimos cerquita y como habían dos niños con nosotros los alzamos para que él les diera la bendición, lo que efectivamente hizo”, señaló. Manifestó que participaron de la misa con gran emoción y espiritualidad, algo que sigue tan presente en su vida. 

Otro testimonio. A Tanya Fernández se le eriza la piel con solo recordar  que vio al papa Juan Pablo II, hoy convertido en santo.

Tenía apenas 17 años cuando con su familia viajó a recibirlo. Ella también lo pudo ver de cerca. Recuerda que estuvo a escasos dos metros y desde el papamóvil (vehículo en el que se transportaba el pontífice) la saludó con una alegría contagiante. Ese hecho la marcó de por vida.

Para estas dos manabitas el recuerdo de la llegada del papa está intacto, así como el mensaje de amor y paz que transmitió, señalaron. Tanto para Herlinda Loor como para Tanya Fernández la visita del papa Francisco  tiene un significado especial. Ellas desearían volver a estar cerca de un pontífice, aunque están conscientes de que por la gran cantidad de personas que posiblemente asista a los eventos será un milagro que puedan revivir un encuentro tan cercano. 

Fechas. Fue el martes 29 de enero de 1985 cuando el papa Juan Pablo II descendió de la aeronave que lo transportaba y besó suelo ecuatoriano. Era la primera vez que un sumo pontífice llegaba al país. Su primera actividad fue una ceremonia de bendición al país en la Catedral Metropolitana de Quito.

En la noche mantuvo una reunión con el presidente de la República, León Febres Cordero y  la mañana siguiente se dirigió a los jóvenes en el Estadio Olímpico Atahualpa. Estuvo en el parque La Carolina, en la Basílica del Voto Nacional, en la iglesia de la Compañía y en la Plaza de San Francisco. Además visitó Latacunga, Cuenca y Guayaquil.