A 17 kilómetros desde el centro de la ciudad se encuentra el recinto San Carlos. Silvia Villamar cuenta que en este sector desde hace varios años han venido cosechando la caña de azúcar junto con los cafetales, pero ahora la caña es la que sobrevive.

“Los cafetales se secaron y se perdió todo”, señaló Villamar, quien agregó que en este sector producen el aguardiente.

Pérdidas. Un kilómetro más adelante, en el sector de Gramanotal, César Zorrilla recuerda que hace unos doce años la Roya acabó con la mayoría de los cafetales, a eso se sumó el bajo precio, por lo que ya no les era rentable.

“Salíamos perdiendo, desde entonces nos dedicamos al proceso de la caña de azúcar”, dijo. Recordó que las seis hectáreas de café que tenía su padre fueron reemplazadas por caña.

“Por aquí ya no hay cafetales, está sembrado pura caña”, sostuvo Zorrilla, y aseguró que le es más rentable, ya que la utilizan para la elaboración de la panela, alfeñique y el aguardiente.

En estos sectores ya cultivaban la caña cubana desde hace varias décadas, aunque en menor proporción.

Gloria Zorrilla, hermana de César, cuenta que se sienten contentos con los productos que elaboran, los que fabrican todo el año junto a sus hermanos. Mientras que el aguardiente lo elaboran desde octubre hasta diciembre.

Gloria aseguró que esta actividad le ha permitido generar empleos a los comuneros, quienes se encargan de trabajar las plantaciones o sacar las cañas.

A diferencia del café, la caña nace sola y está lista para producir cada ocho meses, sostuvo Gloria, quien junto a sus hermanos en una paila de gravedad, tenían el jugo de este producto elaborando la panela.