Francisco Loor, hijo del fallecido, recuerda aquella llamada en horas de la mañana del 7 de junio del 2013, que con gritos desgarradores le decía que habían asesinado a su padre.

“Es difícil borrar esas imágenes de nuestras mentes. Creo que eso perdurará el resto de nuestra existencia”, narró Francisco, quien aseguró que aún no puede aceptar lo que le pasó a su padre.

“Duele no tenerlo, no contar con sus consejos y su presencia. Nos mata aún todavía el vacío que nos dejó”, añadió.

RECUERDOS. Ruth Villacreses, esposa del fiscal, presenció el asesinato. 

Dice llevar intactos en su mente los hechos, que aún no la dejan dormir. 

“El tiempo pasa y los recuerdos y el dolor es cada día más grande”, sostuvo, y trata de explicar el dolor emocional que lleva en su corazón, pero los recuerdos no le permiten hacerlo.

“Quizás me hubiese resignado si fallecía de alguna enfermedad, pero verlo cómo caía sin poder hacer nada, es duro”, dijo mientras miraba la tumba de su esposo sin poder contener las lágrimas.

La familia, que actualmente vive en Guayaquil, cuenta que frecuentemente visitan su casa en Jipijapa, donde todo era alegría y felicidad hasta antes del asesinato, pero ahora está vacía, llena de recuerdos y tristeza.

ANTECEDENTE. El fiscal Ramón Loor Pincay fue asesinado a los 58 años frente a su casa, dentro de su carro. Por el crimen existen cuatro personas sentenciadas a 25 años de reclusión mayor.

Los allegados indicaron  que llevan como lema “padre hasta el final”, por lo que esperan que la sentencia se cumpla y por la que aseguran no van a dejar de luchar. “Pese a la sentencia, la tristeza nunca se nos va a quitar”, dijo su hermano Francisco.

Los familiares de Ramón Loor lo recuerdan como un hombre de bien. Fue  fiscal durante 28 años, comisario de Jipijapa, juez de tránsito, entre los cargos que desempeñó durante su vida.