Ayer en Santa Marianita no se hablaba de otro tema. 

 Aunque la autopsia del animal generaba expectativa en los moradores de la parroquia, el hermetismo en torno a ésta era total.

El proceso se realizó en el cauce del río Calabaza, a unos 300 metros de la playa de la parroquia.

Grupo de conscriptos vigilaba que nadie pasara hacia el lugar. Unos fueron ubicados bajo un puente y otros en lomas e ingresos principales.

Policías también estaban  por todos lados. En el lugar nadie dio declaraciones oficiales porque aseguraban que no estaban autorizados.

Marjorie Rivera, delegada de la Jefatura Política, comentó que el tiburón ballena fue llevado en una plataforma hasta el cauce.

Allí lo examinaron para determinar la causa de su muerte. Luego le colocaron cal para enterrarlo en un hueco de diez metros de profundidad.

A las 13h00 en una camioneta doble cabina se observó cómo retiraban una aleta del animal para realizarle estudios. 

El tiburón ballena se varó el lunes en la mañana. Un grupo de voluntarios intentó devolverlo al mar, pero sus esfuerzos no bastaron y el animal falleció pasado el mediodía.

Herido. Manuel López dijo que ya había visto un pez como ese. Sucedió en alta mar, allá donde no se ve nada más que agua, indicó.

Contó que mucha gente lo confunde con “la gata”, uno de los peces más temidos del océano, pero el que se varó en la playa no es más que un gigante amigable.

Manuel no es biólogo, pero está seguro de que el tiburón se varó debido a un golpe en la cabeza. 

“Tal vez quedó desorientado y terminó en la orilla del mar. Se le notaba bastante el golpe, quizás se chocó contra un barco grande, creo que de todos modos moría aquí o en alta mar”, refirió López.