Él iba de regreso a casa después de la jornada de trabajo y, como muchos motociclistas lo hacen, llevaba el casco colgado del brazo y no en la cabeza, aseguró la Policía.

A la historia de Erick se sumó la muerte de Lisbeth Cedeño y Jonathan Macías por la misma causa, supuestamente por viajar en motocicleta a exceso de velocidad. 

Estas muertes sucedieron en tan sólo un mes. Erick y Jonathan no podrán conocer a sus hijos. Ambos tenían a sus esposas embarazadas; mientras que los sueños de Lisbeth de estudiar la universidad se fueron con ella.

OBLIGACIÓN. Roberth Aldaz, sargento del Sistema de Investigaciones de Accidentes de tránsito (SIAT), indicó que la Ley de Tránsito obliga a que, tanto el conductor como el pasajero de una motocicleta, utilicen el casco de seguridad. 

Pero esta disposición no  se cumple o se cumple a medias, agregó Aldaz. 

La probabilidad de que el casco salve la vida de una persona alcanza el 90 por ciento. 

El artículo 389 del Código Orgánico Integral Penal señala que el tipo de casco que se debe utilizar es el que cubre toda la cabeza (homologado). Éstos tienen como reglas de seguridad amortiguar el impacto, buena visión periférica y resistencia, lo que permite reducir la probabilidad de muerte.

Pero no sólo el casco puede salvar vidas, sino movilizarse a una velocidad prudencial. 

Aldaz indicó que en el casco urbano los motociclistas tienen permitido viajar a 50 o 60 kilómetros por hora, lo que se considera dentro del rango moderado. 

El exceso de velocidad no le permite al conductor realizar una maniobra para evitar accidentarse. El agente indicó que, de 10 accidentes, en seis se ven involucrados los motociclistas. 

Agregó además que, a pesar de que existen escuelas de conducción de motos, el tiempo del curso le parece demasiado corto para que una persona salga conociendo la Ley de Tránsito. Indicó que hace falta trabajar en campañas de concienciación enfocadas a reducir la tasa de accidentabilidad en la zona urbana de la ciudad.