Su sentido del tacto se ha desarrollado mucho, aunque reconoce que todavía necesita ayuda para varias actividades, por ejemplo la manipulación de billetes. En eso le ayuda un amigo que la acompaña todos los días. Tiene un compañero sentimental con quien lleva una relación de siete años. También es discapacitado y entre los dos se apoyan. 

Están buscando la oportunidad de ubicarse en un lugar estable para no andar peligrando en la calle, comenta Nory. Cuando la venta está baja, es necesario salir a recorrer. Han solicitado ayuda a las autoridades, pero no han sido atendidos, manifiesta. 

No tiene casa, vive en la ciudadela La Paz, donde una señora que le brinda posada.

> OTRA HISTORIA. Agustín Vera vive en el María Auxiliadora 2. Desde hace 18 años se dedica a la venta de ropa en Tarqui. Su enfermedad es una pérdida de visión progresiva. 

A los 11 años empezó a tener inconvenientes con la visión. Su discapacidad está a punto de llegar al cien por ciento, ahora, a sus 37 años, sólo ve sombras.  

Cuando aún veía se puso su negocio, porque siempre quiso tenerlo. No le gusta ser mandado de nadie, expresa. Ahora que no puede ver, un sobrino le ayuda. 

Ha recibido charlas y enseñanzas sobre lectura braille, el uso del bastón y el ábaco para sacar cuentas, por parte del Patronato Municipal. Es soltero y vive con sus padres. Dice ser un hombre curioso, pese a que no ve. 

Con ayuda de sus amigos ha investigado sobre su enfermedad, y descubrió que en Estados Unidos han creado un chip que le podría devolver la visión. Y quiere, el próximo año, viajar a Quito para entrevistarse con el presidente de la República y poder recibir la ayuda que necesita.