Un hito trascendente en este proceso fue la aprobación de la Constitución, cuyos principios y derechos, recogen en buena medida la plataforma levantada por las organizaciones populares por décadas.
Pero, la actitud entreguista del gobierno al firmar el TLC con Europa, las concesiones a favor de las transnacionales petroleras, mineras y telefónicas, el agresivo endeudamiento con China a cambio de las reservas de petróleo, la restauración del sometimiento al FMI y BM, no son expresiones de un cambio que afirme la soberanía, al contrario son evidencia del reforzamiento de viejas y nuevas cadenas que mantienen la dependencia del país.
La economía del Ecuador, sigue basada en la exportación agrícola, productos del mar, y petróleo. La modernización correísta, conserva una matriz productiva en esencia extractivista y exportadora de materias primas, manteniendo un capitalismo atrasado y dependiente. Cuando el gobierno anuncia un nuevo código para “modernizar las relaciones laborales”, en el fondo pretende hacer retroceder los derechos y conquistas de los trabajadores, eliminado la libertad sindical, negociación colectiva, recortando la participación en las utilidades y el derecho a la huelga. Conservando así los intereses de los grandes empresarios e inversionistas.
Este gobierno vulnera el derecho a estudiar a miles de niños y jóvenes, cerrando escuelas bilingües, eliminando el libre ingreso a las universidades, cuando se quita competencias a la justicia ancestral, o se restringe la gestión comunitaria del agua, se vuelve al pasado, se conservan prácticas coloniales y racistas, se niega al estado plurinacional, se mantiene la opresión contra pueblos y nacionalidades.
Es tal la preocupación de Rafael Correa, que no le toca más que “asumir en sus hombres la responsabilidad” y sólo “como último recurso” para detener la restauración conservadora, piensa en postularse otra vez a la presidencia en el 2017, claro, imponiendo la reelección indefinida, al estilo de la constitución de García Moreno, paladín del Partido Conservador Ecuatoriano.
Le corresponde a las fuerzas democráticas y de las izquierdas, cerrar el paso a la restauración conservadora, avivar la movilización para defender las libertades y los derechos hoy negados, reencauzar el anhelo de cambio de las mayorías por la trasformación radical del Ecuador.