Todo comenzó en Junín, su casa. Ramón Alfredo Vera, padre de Carlos y exárbitro, le dio su primer silbato. “Nací con el silbato. Mi padre, en vez de darnos chupón, nos ponía un pito”, bromea Vera, quien fue cuarto árbitro en la final de Brasil 2014 y además dirigió dos compromisos de la cita mundialista.

En cuanto a su participación, Vera recuerda el partido entre Costa de Marfil y Grecia, donde pitó un penal en el minuto 90 y a la postre gravitó para estar en la final.

“Fue una decisión complicada, pero la que me llevó estar en la final. Después del compromiso, todos me felicitaron por la buena determinación que tomé”, manifestó Vera, quien contó que el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, lo saludó y destacó su labor en el campo de juego. 

Para Vera, recordar es volver a vivir. El juez manabita se acuerda de sus primeros torneos infanto juveniles, donde recién hacía sus primeras apariciones. Incluso afirma que la Copa El Diario fue muy importante para el proceso. “Fue un torneo donde tuve la oportunidad de mostrar mis condiciones. Pité una final”. 

Su nombre se hace cada vez más conocido en el mundo del fútbol, por el respeto y la rigurosidad que pone de manifiesto, valores que propaga. “Después de estar en la final se revaloriza el arbitraje manabita y ecuatoriano. Ojalá salgan muchos más”, desea. 

Sin embargo, para consolidar esta identidad, Carlos tuvo que pasar malos ratos.

Por ejemplo, en Perú fue muy criticado tras un encuentro que se disputó entre Alianza Lima y Universidad de Chile. El partido terminó 2-2 y, según los peruanos, Vera “falló”, pero con el tiempo el manabita demostró su capacidad. “En el viaje de Brasil hasta Ecuador me acordé de todos esos instantes duros que tuve. Ahora siento que todo está teniendo sus frutos”, dice convencido. 

El árbitro mundialista finaliza diciendo que ahora solo le queda seguir trabajando duro y esto se reflejará en la semifinal de la Copa Libertadores que le tocará pitar entre Bolívar (Bolivia) y San Lorenzo (Argentina).