Mientras la madre de Elvira regaba las verduras plantadas en el patio de la casa, ella echaba agua al jardín que adornaba el portal. 

Desde ese entonces, cuenta Elvira, el amor por las áreas verdes se quedó en ella. 

Actualmente, a sus 77 años, no ha perdido la costumbre de sembrar. Dice que lo hará hasta el día en que muera. Su trabajo más intenso inició en el 98, recuerda, tiempo en el que ayudó al trabajo municipal de su hijo Jorge Zambrano. 

> Ayuda de años . Si los árboles son los pulmones para la naturaleza, doña Elvira es el “pulmón” del alcalde. Ella ha sido, desde que Zambrano ganó su primera alcaldía, un apoyo incondicional en la administración de la ciudad. 

“Cuando mi hijo ganó, al año construimos el vivero municipal. Yo siempre he colaborado porque, a más de ser mi hijo, me gusta ver verde a mi ciudad”, menciona Elvira. 

“Pero eso sí, nunca he sido funcionaria, menos he recibido un sueldo”, aclara con voz firme la madre del alcalde. 

> Inicios  y el llanto. Cuenta que cuando arrancó su propósito de crear jardines en la ciudad, ella empezó a recolectar semillas de diferentes plantas sembradas en los barrios. 

Recuerda que la primer semilla obtenida fue la del botellón (palmas parecidas a las plantadas en la avenida Malecón). 

Luego de 12 años de apoyar a Zambrano en la ampliación de áreas verdes, dice Elvira que sufrió mucho cuando retornaba de un viaje de Quito y cruzaba por el redondel del Puerto, donde ella había sembrado árboles. Pero los árboles ya no estaban, la anterior administración los había cortado para regenerar toda la zona. Elvira lloró porque ya sus árboles no estaban. Pero ahora sonríe, dice que resembrará árboles y volverá a Manta una ciudad verde.