Las últimas estadísticas del INEC señalan una superficie cultivada de 114.272 hectáreas en todo el territorio nacional, ocupando el primer lugar la provincia de Manabí con 47.869, base de las exportaciones y fuente de subsistencia de miles de familias. Pues bien, esa inconmensurable riqueza está seriamente amenazada por el incontenible avance de la enfermedad que ha tomando varios países asiáticos y africanos, dejando una secuela de destrucción y hambre.
Es tan grave la situación que se ha acuñado a nivel internacional la expresión apocalíptica “Bananagedon” para significar con ella el exterminio de las plantaciones de banano, que por extensión bien puede también emplearse la palabra “Platanogedon” sinónimo del final del plátano que surca altivo el agro manabita, ahora materia prima para una naciente industria que promete crecer y copar los más disímiles mercados en todas las regiones del planeta, con gran énfasis en la
población latina de USA (51 millones) de los grandes centros demográficos como New York, New Jersey y varios de Florida, que suman seis millones, con un consumo potencial de 77 kilogramos per cápita, superior al ecuatoriano.
Recordemos que a mediados del siglo pasado el mismo patógeno, pero con su raza 1, acabó en menos de cinco años con 160 mil hectáreas de banano Gros Michel, ahora se trata de otra forma que destruye toda línea de plátano y banano sin que exista ninguna posibilidad de tratamiento químico que la detenga, correspondiendo únicamente medidas preventivas que impidan su ingreso al país o su detección temprana, las que han sido claramente señaladas por el experto nacional Ignacio Sotomayor Herrera, en su obra editada en 2012 titulada “La Raza Tropical 4 de Mal de Panamá: amenaza potencial para la industria bananera y platanera del Ecuador”, que con pesar debemos consignar no han sido oficialmente adoptadas, mientras otros países, nuestros competidores, ya actúan con toda frontalidad y prestancia. Corresponde a los organismos autónomos descentralizados, al Gobierno Provincial, a los alcaldes de los cantones productores que, atendiendo lo que la ley les asigna, asuman el liderazgo de las medidas necesarias para evitar la catástrofe, con el apoyo dinámico de las organizaciones gremiales agrícolas.