Actualizado hace: 930 días 13 horas 18 minutos
Personaje
Don Eliécer quiere que lo velen en el coliseo

En cuanto le dieron el diagnóstico inició los preparativos para su funeral.

Lunes 19 Mayo 2014 | 00:00

Don Eliécer sabe que ya no hay mucho tiempo y por ello planificó cada paso para las honras grandes: Que las bandas de pueblo toquen en todo el recorrido, que el café con rosca no puede faltar, que el traje, que la gente... En fin las disposiciones son claras para sus amigos, aquellos que nunca lo dejaron y lo siguen acompañando luego del derrumbe de su salud y del imperio político que logró edificar en Chone.
A “Don Eliécer” como conocen en todo Chone y sus comarcas, a Eliécer Bravo Andrade, el 17 de marzo un médico de Santo Domingo de los Tsáchilas, le confirmó lo que ya se sospechaba: Cáncer de hígado, el diagnóstico lejos de desalentarlo le dio nuevos bríos. 
“Me salí de la clínica y no quiero ir a ningún otro hospital. Aquí me quedo”, dijo desde su silla de ruedas en la última entrevista que El Diario le realizó en su domicilio cuando aún podía conversar.
Desde que la noticias se regó como pólvora en Chone, sus allegados, contrarios políticos, compadres, comadres y hasta exenemigos hacen romería por su casa, a lado del botadero municipal de Chone para saludarlo y conversar en estas horas difíciles. 
 
 ATENTOS. Uno de sus amigos más allegados es Roberto Patiño, un conocido fotógrafo y empleado municipal que llegó al cabildo gracias a Bravo. 
Patiño está muy pendiente de su salud y de lo que necesita, incluso parte de su salario lo ocupa para ayudar a “su viejo” como le dice con cariño. De los amigos de las glorias grandes pocos quedan, decía el exhombre fuerte de Chone. 
Los que velan por él son sobre todo obreros quienes nunca se enriquecieron a base de su poder. 
Juntos, cuando no hay tantos visitantes, hablan de lo que  será su sepelio, pues don Eliécer es consciente que el viaje se dará pronto. 
“Poco a poco las venas del hígado se me endurecerán y ya no habrá circulación”, dijo con tanta seguridad como si se tratará de un médico especialista.
En medio de la entrevista no pierde ese gesto de solidaridad que le causó tanta fama en Chone como cuando financiaba velorios y fiestas enteras a la gente pobre, y le da una disposición a “Chayan” otro de sus fieles amigos “sírvales queso a los periodistas, atiéndalos con pancito, que se sirvan lo que gusten”, ordena.
Reitera que su voluntad es que canten las bandas de pueblo y que sea velado en el coliseo mayor de Chone, sede de grande hazañas deportivas y donde cree es el único lugar de la ciudad donde podrán caber las miles de personas, que está seguro, llegarán a observarlo en su hora final.
Roberto  Patiño le dice que un grupo de amigos formará una fundación con su nombre además de un movimiento político que se llame Eliécer Bravo. “De aquí para allá se puede hacer mucho” dice como si la muerte fuera un viaje de rutina, un trámite sencillo de los tantos que realizó en sus 76 años.
Hablaba con tanta naturalidad de “su viaje” que muchos se contagiaban de la  ansiedad del moribundo y no les faltaban ganas de pedirle que lleve una encomienda para sus familiares en el más allá. Piensan en cartas o el dulce que les gustaba a los que se adelantaron porque don Eliécer está tan entusiasmado con los preparativos: que el traje, la música y los días del velorio que por momentos parece una reencarnacion de Amaranta Buendía.  
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