E n el corazón urbano de Portoviejo, en la esquina de las calles Ricaurte y Córdova, frente al Benemérito Cuerpo de Bomberos, existió una vieja casa señorial rodeada de amplios balcones, donde habitaba la bella Rosa Té Solórzano, encantadora dama que hizo suspirar e ilusionar a muchos varones de ese tiempo, ella junto a sus hermanos conocidos como los “Cututos”; en la parte baja alquilaba don Jeremías Largacha Bravo con su negocio “Hispano BAR” en la venta de ricos ceviches y cervezas los sostenían él y sus hijos, dos de ellos jóvenes con discapacidad “VIJEI”, y Manuel ambos voluntarios emblemáticos en los desfiles de marzo y octubre de la Casaca Roja.
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