De trabajar horas encerrada en oficinas, entre números y transacciones, pasó a involucrarse en el mundo de la pastelería, entre cupcakes (pasteles).

La economista es ahora propietaria de su empresa de dulces “Crisscakes”, que está ubicada en su domicilio, en la urbanización Mutualista Benalcázar.

Cristina comenta que Isabella nació prematura y por ello tuvo que dejar su trabajo como economista y buscar otra alternativa laboral que le permitiera estar más tiempo con su pequeña. 

Relató que por cosas de la vida se fue a Estados Unidos, y allá siguió un curso de pastelería, en el cual invirtió 500 dólares. 

Allí aprendió todo tipo de técnicas para preparar pasteles personalizados. Y es justo lo que ofrece ahora.

> bajo pedido. Cristina es de Quito, pero se enamoró de Santiago Ordóñez y llegó a tierra tsáchila, donde ahora radica.

Junto a su esposo ha sacado adelante su negocio, que lo maneja bajo pedidos.

“A la semana me hacen de dos a tres pedidos, y los fines de semana hasta 10”, menciona.

Pero la iniciativa de Cristina no sólo la ha beneficiado a ella, pues ha generado fuentes de empleo.

“Conmigo trabajan ya dos personas más, quienes me ayudan”, indica.

Ruth Pinza también le ha apostado a la modalidad de venta bajo pedidos.

Ruth, de 55 años, jamás se imaginó que hornear pasteles para los cumpleaños de sus nietos y sobrinos se convertiría ahora en su manera de ganarse la vida.

Según cuenta, sus tortas gustaban tanto a los invitados a las fiestas familiares, que poco a poco le fueron encargando para otras celebraciones.

Desde Colombia, Katty Góngora trajo a Santo Domingo sus dulces. Allá ella estudió gastronomía y en “El sazón de Katty”, su restaurante, vende todo tipo de postres, y comida en general. Ellas han encontrado en los postres, un negocio muy dulce.