Definitivamente, la perniciosa acción delincuencial ha llegado a extremo alarmante en casi todos los rincones de la patria. Siendo justo, hay que reconocer que altos funcionarios gubernamentales y policiales, en los últimos días vienen luchando contra estas basuras sociales, solo que esta labor prevalece en las ciudades más importantes y no hay el mismo empeño en las demás ciudades, como si por ser de inferior representatividad geográfica o política se debe minimizar sus necesidades como ocurre en Chone, pueblo manabita donde se esboza la sonrisa del amor y la belleza, y su gente atesora su dignidad en la conjunción de su altivez.
Desafortunadamente esta cuna de mujeres hermosas y de ejemplar laboriosidad fecunda, en la actualidad parece retenida en un anacronismo desproporcionado, no por sus calles convertidas en lavaderos, talleres y parqueaderos de carros dibujando un aspecto aldeano, ni por su descuidado mantenimiento, sino porque casi todos sus barrios periféricos están sitiados por pandilleros que asaltan, roban, matan y violan a plena luz del día; y uno de los más infectados de esta peste maldita es el “30 de Marzo”, en donde sus moradores no conocen lo que es un patrullaje policial, menos que estos antisociales sean sancionados porque nadie se atreve a denunciarlos por temor a represalia y vivir un desconcierto sin explicación racional a esta aproximación de vuelta al primitivismo.