A los 2 años y medio los padres de Charlotte la llevaron al hospital de niños en Colorado. Un neurólogo la diagnosticó con Dravet.
Los ataques no cesaban y los doctores consideraron medicar a la niña con una droga antiataques probada sólo en perros.
Un médico especialista en Dravet puso a Charlotte en una dieta cetogénica, que sí disminuyó los ataques pero tuvo muchos efectos secundarios, sufrió pérdida de calcio y su sistema inmune se desplomó.
Hasta antes de que su hija fuera diagnosticada con Dravet, Paige estaba en contra del uso de la marihuana. Buscando en la red una cura para el síndrome de Dravet, encontró un video de un niño californiano cuyo Dravet había sido tratado con THC, el ingrediente psicoactivo de la marihuana y también con cannabidiol, sustancia del cannabis que tiene propiedades medicinales pero ninguna psicoactiva.
Los científicos creen que el CBD (cannabidiol) calma la actividad eléctrica excesiva en el cerebro.
Para cuando Paige vio el video del chico, Charlotte había perdido la habilidad de caminar, hablar y comer y estaba teniendo cerca de 300 ataques a la semana. Su corazón se detuvo varias veces.
Peige optó por medicar a Charlotte con marihuana pero encontrar a dos doctores que firmaran la autorización para suministrar la hierba a la niña no fue fácil. Se trataba de la paciente más joven en solicitar la medicina.
Al fin los padres de Charlotte encontraron a dos médicos que firmaran , uno de ellos, Alan Shackelford, médico egresado de Harvard experto en marihuana medicinal.
Los resultados fueron impactantes. Charlotte dejó de tener ataques. Ahora tiene 6 años y consume aceite de cannabis en su comida, 2 veces al día. Sus padres creen que la marihuana debería aprobarse en tratamientos para niños, pues el bajo contenido del ingrediente psicoactivo de una cepa medicinal específica, no droga a los pacientes.