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Viviendo con el alzheimer
Viviendo con el alzheimer
Por: Melba Muñoz Rojas

Martes 13 Agosto 2013 | 00:00

Perdí a mi hermana hace algún tiempo, no estoy segura del día exacto porque ella sigue viva. Permita que me explique. Ella no es realmente la mujer que he conocido siempre.

Ella tiene alzheimer. Tiene 84 años ahora. Los profesionales la llaman demencia inicial, para mí es un dolor indescriptible de ver a un ser querido muriendo delante de tu vista, cada día un poco más, como el gato de Cheshire en Alicia en el País de las Maravillas. Excepto que no es nada gracioso. Para mí, el peor aspecto de la triste situación era que mi hermana se ·veía tan bien”. Como odio esas palabras. 
¿Cómo puede estar tan terriblemente mal? es la pregunta no hecha de las personas que no han pasado por esto. Me hacen sentir como si yo estuviera mintiendo, o como si yo fuese la que no entendiera totalmente la situación. ¡Se ve tan bien! 
Trato de explicar que un coche en una sala de exposición, desconectado de la batería, se “ve” magnífico, pero no se podrá poner ni en primera al menos que la batería se conecte correctamente.
Tuve que “programarme” a mi misma para observar los diferentes cambios de comportamiento que se fueron dando poco a poco en el transcurso de la enfermedad, para estar además alerta con  toda la familia sobre posibles peligros para ella.. Pero, mientras un niño se desarrolla, mi hermana solamente puede deteriorarse.
El enfermo.con Alzheimer no reconoce a sus familiares y llega el momento en que llega a desconocer su propio rostro en el espejo. 
La personalidad que siempre acompañó a mi hermana desapareció por completo. Fue mostrándose profundamente apática, perdiendo sus capacidades automáticas adquiridas como la de lavarse, vestirse, andar o comer, Y más complicada porque al no conocerte pasas a ser, en ocasiones, un intruso; a veces un enemigo que intenta manipular su vida, cambiar sus costumbres y su rutina. 
Mientras, ellos no suelen entender que lo haces por su bien.
En esta última etapa, mi hermana presenta una amplia y marcada afectación de todas y cada una de sus facultades intelectuales. 
Cuando mi hermana entró en la tercera fase de la enfermedad todos pensábamos que había llegado su hora, pero no fue así, sigue viviendo. Como ya todos sabemos, hoy por hoy no existe ningún tratamiento eficaz para esta enfermedad, aunque sabemos que se llevan a cabo grandes esfuerzos para ello. 
La ciencia avanza y estamos a la espera. 
Mientras tanto, revistámonos de paciencia.
Tomemos en cuenta que aún los tenemos a nuestro lado y que jamás debemos olvidarnos de ellos.
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