Alejandro Bravo, quien trabaja de “chalupero”, explica que el flete de un bote cuesta cinco dólares. Ellos son considerados los taxis del mar, porque en la carrera mínima cobran un dólar. También alquilan sus lanchas a los hombres que van a pescar y llevan sus herramientas como redes, anzuelos y carnadas. Se estima que un día llegan al menos 500 personas entre turistas y pescadores.
En este lugar también trabajan cinco hombres que se dedican a descargar sacos de pescado desde el muelle hasta la avenida Malecón y cobran entre dos y tres dólares. En la tarde llegan a vender colada y en la madrugada comida preparada.
> Regeneración. César Alvarado trabaja reparando máquinas de los barcos atuneros y sostiene que el municipio debe implementar un plan para reactivar el turismo.
Sugiere señalizar y ubicar mapas turísticos para que las personas puedan tener una guía de la ubicación de la ciudad.
Pide que los alrededores del muelle sea regenerado con áreas de descanso. Además, solicita que el sector sea iluminado porque de noche es totalmente oscuro.
Luis Gónzalez, pescador, agrega que con la ubicación de luminarias los turistas también llegarían en las noches a hacer postales del puerto y la rada.
En este muelle deportivo también siempre está Chalén Marcillo, un adolescente que entre sus manos tiene un teléfono donde realiza recargas electrónicas.
Cada día hace 60 transacciones.
Él trabaja desde que amanece hasta que anochece. Y es el único que despide y da la bienvenida a los pescadores que llegan y salen a alta mar.