Narcisa Vélez, por ejemplo, viaja a Santo Domingo de los Tsáchilas y cree que la transportación ha mejorado, contrario a lo que sucedía antes.

“Ahora todos vamos sentados, las llantas y máquinas funcionan aparentemente bien y los oficiales son amables”, asegura. Manuel Ostaíza, pasajero a Jipijapa, dijo que no le ha tocado ver a personas subirse al bus a mitad del trayecto.

María Moreira cree que son los integrantes de las cooperativas los que han hecho conciencia, porque el control es casi nulo. “No es que los policías detienen en las vías ni tampoco a la salida de las terminales terrestres. No se nota exigencia”, puntualizó. 

MIEDO. Juan Carlos Ortiz, jefe de la Policía de Tránsito, dijo que sí realizan operativos  de control, pero que lamentablemente hay poco personal. “Actualmente contamos con 80 oficiales de tránsito en Manabí, quienes deben incluso doblar turnos y trabajar hasta 16 horas”, aseveró.

Para David Mendoza, presidente de la Unión de Cooperativas de Transporte de Manabí, el control es suficiente. Indicó que a la salida de las terminales se chequean llantas, papeles del chofer y se realizan pruebas de alcoholemia. Aunque un equipo de El Diario que recorrió la terminal de Portoviejo varios días, no pudo evidenciar aquello.