Si bien en muchos casos la naturaleza muestra sus caprichos presentándose en sectores no esperados, también se conoce de lugares en los que son seguras las afectaciones, y precisamente donde está el mayor número de damnificados.

Y si esto es conocido, ¿por qué no se ha obrado con celeridad y eficiencia protegiendo a este  colectivo seguro receptor de daños por las aguas y los derrumbes? ¿Por qué continúa habitando en zonas de riesgos?

Destacamos los intentos por atender a ese conglomerado social, pero también es cierto que las buenas intenciones se diluyen o debilitan luego de las emergencias, lo que debe corregirse para definitivamente sentar procedimientos a seguir cuando las urgencias lo demanden. 

Indudablemente, la reubicación definitiva de los afectados es prioritaria, siendo, a la vez, uno de los escollos mayores, porque los damnificados no desean salir si no tienen la certeza de que van a un lugar donde puedan desarrollar su vida familiar con seguridad y cierta comodidad.