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Beyoncé, Yoani y el embargo
Beyoncé, Yoani y el embargo
Por: Ricardo Trotti
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Martes 16 Abril 2013 | 00:00

Los viajes recientes de la superestrella Beyoncé a Cuba y el de la bloguera cubana Yoani Sánchez a EE.UU., demuestran las incoherencias de las relaciones entre ambos países y la inviabilidad del embargo estadounidense que no logra los cambios deseados en la isla.

A Beyoncé y su marido, el también famoso Jay-Z, les exigieron pruebas de que viajaron a Cuba por cuatro días con la autorización del Departamento del Tesoro, para saber si violaron el embargo comercial que EE.UU. impuso hace cinco décadas al régimen castrista.
La prensa cubana, exaltada por la visita, mostró que Beyoncé y Jay-Z estuvieron de turismo, celebrando su quinto aniversario de matrimonio, y no en visita educacional, de pueblo a pueblo, como indica la visa que le otorgaron. Se trata de una usual burla al embargo entre los estadounidenses, quienes solo pueden viajar por razones humanitarias, académicas y de reunificación familiar.
Que Beyoncé tenga que demostrar la razón de su viaje está bien, debe cumplir con la ley. Lo que está mal es el embargo en sí mismo, desfasado con las aspiraciones políticas de EE.UU. de luchar contra una dictadura, más enfocado en impulsar democracia mediante ayuda económica y asistencia humanitaria, que imponerla con sanciones, golpes y operaciones encubiertas de la CIA.
La inundación de dólares por la supuesta anulación del embargo, sin dudas beneficiaría económicamente al régimen; pero también lo debilitaría políticamente. La buena economía siempre contagia grandes cambios en los hábitos de la población, la que exigirá mayores libertades para canalizar otras prioridades y el derecho a elegir a quienes mejor representen sus nuevas prioridades.
La autorización de la salida de Yoani al exterior, más allá de su liderazgo y de que representa una bocanada de aire puro para la disidencia interna, no deja de ser una señal del Gobierno cubano; influenciada, quizás, por la asistencia técnica y millonaria que el Gobierno de EE.UU. brinda a proyectos de comunicación y al periodismo independiente, en procura de más libertad en la isla.
Pero toda esa ayuda no podrá promover una “primavera” democrática como la de los países árabes, ya que aquellos gobiernos no eran tan autoritarios como el cubano. En sus 54 años, el régimen castrista demostró ser intransigente y los cambios solo serán posibles por la presión económica de su ciudadanía.
En eso coinciden los objetivos estratégicos del Departamento de Estado. Indican que para la promoción de la democracia, la clave es ayudar a que aumente el ingreso per cápita de una población, ya que las destrezas y valores que se crean para administrar más riqueza, indefectiblemente desembocan en mayor libertad política.
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