Las hamburguesas y patatas de la cadena -peladas, cortadas y fritas en aceite de oliva en frente de los clientes- se han convertido en un objeto de culto en Estados Unidos, y han permitido a Torres convertirse en 'milmillonaria', según el informe anual elaborado por la publicación económica Bloomberg. Y todo a pesar de que aún no controla la totalidad de la empresa, ya que hasta que no cumpla los 35 años no heredará la mitad restante.

In-N-Out, fundada en 1948 por el abuelo de Torres, cuenta con 281 locales repartidos entre California, Arizona, Nevada, Utah y Texas en los que emplea a más de 18.000 personas. La compañía basa su modelo de negocio en la fidelización de su clientela, de ahí que algunos la definan como el 'Apple de las hamburguesas'.

Las largas colas en sus restaurantes, además de varios estudios de satisfacción de los consumidores, sitúan a In-N-Out como la cadena de comida rápida preferida por los estadounidenses, lo que permite a la compañía ganar nada menos que 481 millones de dólares al año.

A pesar de que Lynsi Torres no cuenta con formación universitaria y que su currículum académico se reduce a un curso sobre gestión de negocios, desde su desembarco en la compañía en 2006 hasta hoy ha sabido convertir un pequeño negocio familiar en una próspera empresa en crecimiento.

La principal razón es que In-N-Out se vuelca con sus empleados: paga casi el doble del salario mínimo exigido por la ley, ofrece extras como seguro médico o pensión y vacaciones pagadas desde el primer día.

Los trabajadores de la compañía no dudan en corresponder tal gesto con su fidelidad. Según el sitio web de la compañía, en promedio, cada uno de sus 200 gerentes de tienda gana poco menos de 100.000 dólares al año, y ha estado con la compañía durante 13 años.