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El control de precios
El control de precios
Por: Walter Andrade
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Lunes 08 Abril 2013 | 00:00

Hace algunos días se decretó el control de precios a 43 productos.

La teoría dice que los  gobiernos que adoptan este mecanismo,  sin que exista un estado de conmoción,  no creen en el funcionamiento  de los mecanismos de mercado. Pero claro, el propósito es loable: proteger el poder adquisitivo de la población.  Bueno este es su principal argumento. La definición misma va por esa línea:  “ El control de precios es un mecanismo por el cual una autoridad gubernamental impone montos determinados para los precios de bienes y servicios dentro de un mercado determinado, usualmente con la finalidad de mantener la disponibilidad de esos bienes y servicios para los consumidores, evitar incrementos de precio durante periodos de escasez, o inclusive para asegurar una renta en beneficio de los productores de ciertos bienes, de la misma manera que un subsidio. Otra forma de ejecutar un control de precios consiste en la fijación de precios máximos o precios mínimos.”

El control de precios en un principio entonces reparte felicidad, es un postre que gusta a todos, es la música que se quiere escuchar. Hace poco leí la declaración de un microempresario argentino, seguramente partidario de la Presidenta Cristina, que dice: “El control es saludable porque en un momento los formadores de precio deben encontrar un  límite a su súper utilidad para que haya una distribución más equitativa”. Esto suena bien y es discurso aplicable en cualquier parte.  Después de todo  ¿quién no va a estar feliz cuando lo que compra a diario conserva el precio, se lo mantiene? He leído numerosas cartas de lectores a los medios en la que califican, en términos  generales, de altamente plausible la medida  tomada por el gobierno. Nadie la critica. Pero existe un problema en esta felicidad y es extremadamente fácil deducirlo. ¿Cuál es? Simple: el productor, al no poder vender al precio que el consumidor puede pagar, se desalienta y termina produciendo menos y creando escasez, la madre de la especulación. Y no hay precio más alto que el del producto escaso. El control de precios no es pues la pócima milagrosa para mantener los precios bajos.
La verdadera receta para que los precios permanezcan asequibles,  lo ha dicho la historia, es: MANTENER Y PROMOVER LA OFERTA DE BIENES Y SERVICIOS. Eso es todo. El gobierno de cualquier país debe, eso sí,  combatir los monopolios para que éstos no impongan precios pero  al mismo tiempo debe estimular a más productores para que hagan su trabajo.
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