Entre la multitud de fieles, se pudo observar a personas en sillas de ruedas, portando velas, rosarios e imágenes católicas. 

Uno de los devotos fue el cabo segundo de policía Roberto Aguinsaca, quien además estaba prestando seguridad . “Porque creo en Dios y esto me recuerda la procesión de la Virgen del Cisne, en agosto, que recorre 38 kilómetros desde Catamayo a Loja (de donde es oriundo)", explicó el hombre. 

Pero las historias de amor y gratitud también se hicieron presentes durante la caminata. Como es el caso de Martha Delgado, quien rezaba por la sanación de su sobrina María José, de tres años, quien sufre de hidrocefalia. “Vengo a darle gracias a Dios porque mantiene con vida a la niña, quien fue desahuciada por los médicos hace dos años cuando estuvo en estado de coma”, expresó.

Durante el recorrido también se pudo observar a varios comerciantes, quienes aprovecharon la jornada para ofertar jugos, aguas y helados. 

Pese a la comercialización de producto, el verdadero significado de la jornada estuvo presente: acompañar a Jesús en su dolorosa pasión, y así agradecer por su protección y sacrificio.