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Los primeros 50 años
Los primeros 50 años
Por: Alfonso Delgado
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Miércoles 22 Agosto 2012 | 00:00

La vida le depara al hombre y a la mujer momentos de dicha y felicidad, así como de angustia, tristeza y dolor. Sin lugar a dudas, los primeros son más que los segundos, a pesar que estos en muchas ocasiones son irreparables.

Y aprovechando esta circunstancia especial de mi comentario semanal en este prestigioso medio de comunicación, quiero exteriorizar mis sentimientos íntimos con motivo de haber llegado a una meta ansiada por todos quienes un día hicimos una formal promesa de amor. Así es. Todo comenzó el 18 de agosto de 1962, cuando, después de un noviazgo de un poco más de 3 años, contraje matrimonio civil y eclesiástico con la distinguida damita Nelly Uscocovich Salazar. Yo tenía 25 años y ella 21. Ha transcurrido el tiempo y el cincuenta por ciento de mi vida la he pasado junto a ella. Y parece que todo fue ayer.
Llego el cincuentenario más identificado como las Bodas de Oro matrimoniales, dejando para posteridad un núcleo familiar compuesto por 6 hijos y 15 nietos. De los primeros viven 5, porque lamentablemente el segundo de ellos falleció hace 7 años trayendo esa angustia, tristeza y dolor de que hablamos al comienzo. Angustia, tristeza y dolor que para nosotros han sido realmente irreparables, porque el dolor de perder a un hijo no tiene parangón. De los nietos el mayor está por cumplir 21 años y le falta uno para culminar sus estudios superiores en El Zamorano de Honduras. El último de los nietos tiene 4 añitos e inicio ya sus estudios primarios.
La verdad es que nuestros hijos son inmejorables y nos sorprendieron agradablemente cuando nos anunciaron que estaban organizando una reunión familiar para conmemorar esas Bodas De Oro. Reunión en la que estuvieron los más allegados a la familia, como los 5 hijos, hijos políticos, 15 nietos, hermanos sobrinos y consuegros. Fue un acontecimiento para recordarlo por siempre, en la que hubo el formal ingreso a la Iglesia, la renovación de los votos matrimoniales la bendición de los anillos y la salida en medio de pétalos de rosa. Hubo también el brindis de rigor, la tradicional comida, la música que alegro el ambiente y no podían faltar los mariachis.
Gracias, mil gracias a nuestros hijos por retrotraer esta importantísima parte de nuestra historia familiar detallada pormenorizadamente por Gustavo, el mayor de ellos. Gracias a los amigos que nos congratularon y gracias a todos por la atención a esta reminiscencia.
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