Desastroso, por decir lo menos, es lo ocurrido recientemente en Paraguay -el país del arpa y su canción insignia “Recuerdos de Ipacaraí”- cuando en el mundo se empieza a ver a América Latina como el conjunto de estados democráticos en vías de desarrollo equitativo, libre de golpes de estado y camino al desarrollo sostenible. Es que la destitución de Fernando Lugo se convierte ahora en un acontecimiento fuera de contexto al despojarlo de su cargo cuando buscaba la consecución de proyectos encaminados a obtener una sociedad más justa y equitativa.
La desestabilización política tiene relación directa con aquellos que buscan recuperar el poder que ostentaron durante 61 años, tiempo que incluye la oprobiosa dictadura de Alfredo Stroessner. Este grupo, representado por miembros del Partido Colorado, que unido a los liberales conformaron mayoría en una Cámara de Senadores bastante desprestigiada luego de intentar destituir a la Corte Suprema, y lograron, con 39 de 43 presentes (de 45) acusar al mandatario de “mal desempeño de funciones”.
Así fue que los “todopoderosos” destituyeron al presidente, después de cuatro años de ejercicio democrático, cuando le faltaban escasos 14 meses para terminar su periodo de cinco años. Sólo cuatro senadores apoyaron la absolución y calificaron al juicio político como un “atentado a la democracia paraguaya”. Y la medida se tomó en tiempo récord: menos de 24 horas sin permitir la defensa del obispo-presidente, Fernando Lugo.
Como era de esperar, la mayoría de mandatarios del mundo, en especial los latinoamericanos, han lamentado la decisión. La brasileña Dilma Rousseff en una primera declaración sostuvo que Paraguay debía ser expulsado de Mercosur y Unasur por no cumplir los principios democráticos. Nuestro Presidente ha ido más allá y Ecuador no reconocerá a Federico Franco como presidente. En la Organización de Estados Americanos, en cambio, algunos representantes han dicho que se trata de “golpe de estado encubierto”.
Lugo, muy recordado en San Miguel de Bolívar, fue sentenciado sin derecho a defensa, entre otras cosas, por la muerte de 17 personas, 11 campesinos y 6 policías protagonistas de un incidente confuso en el marco de un desalojo ocurrido en la ciudad de Curuguaty, ubicada en la frontera con Brasil y en terrenos supuestamente pertenecientes a un caudillo colorado, de aquellos catalogados como rezago de dictador que son los que apoyan a la oposición desde inicios de su gobierno.
La historia no se termina de contar en Paraguay. Los presidentes reunidos en el Mercosur suspendieron a este país del organismo. Cancillería paraguaya dice que la decisión es “ilegal, ilegítima y violatoria del debido proceso”, pero en cambio, esto no pensaron al cesar en sus funciones al Mandatario. Ojalá vuelva pronto la normalidad y podamos escuchar libremente: “Una noche tibia nos conocimos, junto al lago azul de Ipacaraí…….”
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