Lo dicho en este juicio, 1964, es una aspiración también para nuestro país.  La sociedad libre y democrática por la que luchó Mandela es la del respeto a todos y a todo. Vivir en armonía es tolerar a quienes no consideramos iguales, pese a serlo; tener posibilidades es permitirnos acceder a ser partícipes de las mejores acciones y decisiones del poder. Tata, como es conocido Mandela, al asumir el poder en Sudáfrica llamó a la reconciliación a negros y blancos. No hizo exclusiones, era un líder evolucionado. Su forma de gobernar estuvo marcada por la unidad nacional, por la honradez, la sinceridad, la sencillez, la humildad, la generosidad, la falta de vanidad, la buena disposición de ayuda a todos. Tata se conocía mucho a sí mismo y sabía que analizar su conducta a diario le serviría para gobernar mejor. Lo consiguió, unió a toda Sudáfrica.

Mandela nunca dejó de meditar y pensar todos los días en la cárcel que podía ser mejor, y, que pronto llegaría el día que en su país la discriminación racial acabaría. Sabía que cada día que pasaba en prisión, era un día menos de discriminación porque nunca se apagó la lucha contra el apartheid. Fue una lucha universal.  

Los líderes políticos deben tener siempre un referente y ejemplo a seguir. La política es ciencia, por eso hay que estudiarla a diario. Nelson Mandela acaba de cumplir noventa y cuatro años de edad, es admirado y respetado por  el mundo entero. Ojalá en nuestro Ecuador existan líderes que tomen su ejemplo, que elijan la esperanza sobre el miedo al progreso, que entierren la vanidad y se imponga la decencia, que trabajen para todos y no discriminen a nadie. Tata decía que la mejor combinación es mirar con el corazón y actuar con la razón. No hay que tener temor a seguir el ejemplo del exprisionero 466/64 de la celda de Robben Island, quien miró un futuro mejor para Sudáfrica y lo consiguió. <