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La suerte llama  a mi puerta
La suerte llama a mi puerta
Por: Ricardo de la Fuente

Domingo 05 Agosto 2012 | 00:00

Mientras muchos hablaban de las profecías mayas y el fin del mundo, yo comencé el año 2012 con una suerte francamente increíble, que puede determinar grandes cambios en mi existencia. Les explico… Todo comenzó el 18 de enero, cuando recibí un mensaje de un tal Ramón Marbella, que en principio creí que sería algún viejo compañero de colegio de cuyos nombres me había olvidado; pero no, Ramón no es un señor, sino una señora, según firma al final de la carta en la que me explica que se está muriendo y que su difunto marido (bueno, a lo mejor eran una pareja gay) le encomendó la tarea de repartir dos millones de libras esterlinas en obras de beneficencia. Como el bueno de Ramón-Ramona no tuvo tiempo de hacerlo, quiere que yo, este modesto profesor de la FACCO, le haga el favor de ser el depositario de esa platita y de distribuirla entre los pobres.

No me reponía de la sorpresa cuando, al día siguiente, recibo dos cortos mensajes de otros desconocidos, En uno, Sonia Liceth Martínez me informa que mi e-mail resultó ganador en un sorteo de 700.000 GBP, y el mismo día, Giovanni Romelli me informa que en otro sorteo, del que por cierto nunca participé, me adjudica otro millón de GBP. Averiguando qué cosa son esos GBP, me entero de que vienen a ser también libras esterlinas. ..¡Qué feliz coincidencia, que me evita andar por la calle cambiando tanto dinero!
Yo pensé que con 3`700.000 libras ya resultaba buena la quincena y me disponía a comprar una buena caja fuerte cuando otros dos correos electrónicos vinieron a aumentar mi rápida fortuna.  En el primero, un iraquí me ofrece transferir varios millones que Saddam Hussein dejó bloqueados por ahí y en el otro, Ahmed Hassan me ofrece la mitad de 11.3 millones si le colaboro con sacar esos fondos que están abandonados desde hace 12 años. No acepté porque eran sólo dólares…
Ahora estoy a la espera de que me hagan las transferencias. Puesto que tal como me pedían, les envié mis números de cuentas, de celulares, de identidad, la clave del seguro social y hasta el número de mi calzado. Si uno de estos días no vengo a dar clases, será porque estaré de viaje.  Iré a Burkina Faso para ayudar a Sana Ibrahim, una negra estupenda de 27 años, a recuperar  los 6.3 millones de libras que su papá dejó en un banco antes de morir en el atentado del Shamo Hotel de Mogadiscio. Ella, pobrecita, no tiene a nadie en el mundo y no puede regresar a Somalia porque es refugiada.  Me lo contó en un e-mail sin que yo le preguntara nada… ¡No dirán que no tengo suerte!. <

 

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