Cuando alguno se preparaba para pasar por inevitables filtros, dada la presencia del nuevo Embajador de los Estados Unidos en la apertura de la exposición Afrodescendientes realizada en Manta, fue sorprendente la “normalidad” que lo rodeó, sin despliegue visible de seguridad.
La llegada de Adam Namm a estos lares, al año de la partida de su antecesora, coincide con el cuestionado pedido de asilo de Julian Assange en la Embajada de Ecuador en Londres, que ha puesto al gobierno en una difícil disyuntiva: defender a quien reveló lo que la ex Embajadora Heather Hodges transmitió al Departamento de Estado o entregarlo a la jaula de los leones. Lo abrupto del mensaje de la señora Hodges no consistía en la corrupción de la policía (¡!) sino en la aseveración de que el Jefe de Estado tenía conocimiento del asunto.
Del impasse también tiene la “culpa” el idioma inglés; en castellano el uso del verbo deber puede interpretarse como obligatoriedad o como presunción. El Jefe de Estado debe conocer que hay dolo en tal contratación o el Jefe de Estado debe de conocer sobre este tema. En inglés hay precisión en el uso de sus verbos modales, por lo que no hubo duda sobre el contenido del mensaje. Expulsada del país, pasaron inciertos meses hasta que se anunció el beneplácito de Ecuador ante la elección de Namm, que necesitaba contar con la aprobación del Senado, donde tuvo dos oposiciones.
La más notoria provino del senador republicano de origen cubano Marco Rubio, quien dijo no haberse opuesto a la figura de Namm, con estudios superiores en Seguridad Nacional, sino a la política de Obama: contemporizadora, débil y alienada frente a las ofensas de los países de la Región. Obviamente, se refiere a Latinoamérica, conocida como el patio de atrás de los EUA. Es que Rubio, hijo de migrantes a la Florida, previamente a la Revolución castrista, resulta más conservador que la mayoría de los americanos de origen anglosajón. Se lo compara con Joseph McCarthy, el senador censurado por la cámara respectiva luego de asegurar que tenía una lista de espías pro soviéticos infiltrados en el mismo gobierno. No lo pudo probar, pero su desaparición en 1957 cuando tenía 48 años, a causa de males hepáticos agravados por el alcohol, hace pensar que su delirio ante el temor del avance del comunismo en el mundo le causó la muerte.
Mientras la inmensa mayoría de ecuatorianos espera un equilibrio en las relaciones con nuestro primer comprador, los mccarthistas criollos se revuelven cuando el mismo Embajador Namm declara la voluntad de los USA de ser un buen socio para Ecuador y que continúa la cooperación en la lucha contra el azote del abominable narcotráfico…pese a la partida de la FOL por terminación del acuerdo.<