Los vecinos dijeron a los delegados de la EPAM y del consorcio Aguas Manta, empresa que construye la nueva estación de bombeo en esa parroquia, que están cansados de convivir entre los malos olores y la presencia de aguas servidas.
Los habitantes cerraron una salida de aguas negras que desembocaba en el mar.
“No vamos a permitir que nos vuelvan a engañar abriendo el taponamiento de la alcantarilla de aguas lluvias que sale al mar, para evacuar las aguas negras que por fallas técnicas no terminan de llegar al cárcamo viejo de la estación de bombeo", advirtió Eduardo Jurado, morador.
Cristhian García, otro habitante, dice que la última vez que permitieron conectar dichas aguas a la tubería, supuestamente por 15 días, pasaron tres meses.
Por eso los vecinos taparon el tubo la semana pasada.
"Si bien es cierto, los reboses desaparecieron, pero los malos olores continúan saliendo de la enorme rejilla de aguas lluvias ubicada en la esquina de la avenida 102 y calle 119", aseveró García.
ES Temporal. Ramón Alarcón, representante de la EPAM, desmintió a los moradores, señalando que las aguas residuales no van al mar. Sin embargo, no explicó a dónde va el agua. Sólo indicó que la EPAM a través del Consorcio Aguas Manta busca armar las conexiones y que se necesita abrir el señalado taponamiento sólo hasta el 16 de octubre, en que estará operativa la nueva planta de bombeo.
Los protestantes piden otra solución y no el mar, pues además de contaminación hay olores insoportables. <