Actualizado hace: 937 días 8 horas 23 minutos
Jorge Mosquera P.
Universidades cerradas

La educación en el Ecuador ha sido un aspecto tratado con cierto desdén – hasta indiferencia – por los gobiernos de los últimos 40 años. Tiempo suficiente para que semejante actitud oficial de lugar a un deterioro progresivo y a una corrupción marcada del proceso educativo que ahora se pretende aligerar, en lo posible, empezando por poner en orden en la red nacional de instituciones de educación superior.

Miércoles 01 Agosto 2012 | 00:00


El cierre de las 14 Universidades, por no superar las evaluaciones, marca un antes y un después en la educación superior, porque no hay un antecedente semejante en la historia de este país y porque aún, a pesar de las connotaciones políticas, habla del interés que tiene este gobierno en la educación como herramienta para el desarrollo. Parece ser, entonces, que se ha dado un paso en la dirección correcta. Sin embargo, el emprendimiento oficial no tendrá un impacto significativo sin la participación comprometida de los otros actores involucrados.
Los estudiantes, por ejemplo, deberán cambiar su estilo de vida y acomodarlo a permanentes evaluaciones  y a un rigor académico reclamando por la nueva condición universitaria. Pero es en las universidades donde recae el grueso de la responsabilidad del giro de timón dado por el gobierno. Estas instituciones han de cambiar su filosofía por un reconocimiento al pragmatismo impuesto por la globalización. Competitividad e innovación deben convertirse en los ejes del proceso educativo. Estructurar universidades que liguen su accionar al sector privado, que transparenten e incrementen sus fuentes de financiamiento, que cambien las exigencias del ingreso, que se internacionalicen, que mejoren la condición laboral de los profesores, son, entre muchos,  algunos de los aspectos a abordar.
La sociedad civil también tiene una parte importante como rol de control social, de motivación y concienciación, reconociendo en las familias al primer escenario en el que hay que actuar. Cambiar sus prioridades y colocar la educación a la cabeza.
Países como China, India o Singapur han reducido la pobreza en niveles significativos y mejorado el nivel de vida de sus habitantes, teniendo como punto de partida la reforma de sus sistemas educativos fijando como objetivo para las universidades a la innovación a través de la investigación. En nuestro continente, Chile ha sido capaz de reducir en 18 años de crecimiento económico sostenido su nivel de pobreza del 40 al 31% (1990 – 2008). Brasil camina decidido a un liderazgo económico en un escenario mundial multipolar. Todo conseguido a través de una educación superior, enfocada en formar parte del aparato productivo y en ser pieza clave del desarrollo económico.
Esta claro que no podemos permanecer al margen de la dinámica global que impone sus reglas, que nos da evidencias irrefutables de que el camino para abandonar el subdesarrollo es la educación y que es en ella donde radican las verdaderas fortalezas o debilidades que hacen a los países ricos o pobres.<

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