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El silencio de los cómplices
El silencio de los cómplices
Por: Ricardo Trotti
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Martes 31 Julio 2012 | 00:00

El silencio terminó por derribar la estatua de bronce del gran Joe Paterno, entrenador de fútbol americano por 42 años de la Universidad de Pensilvania (Penn State), uno de los programas deportivos más prestigiosos de EE.UU. Su error fue encubrir a su entrenador auxiliar, Jerry Sandusky, quien abusó sexualmente de una docena de niños y estudiantes en los últimos 14 años, hasta en las duchas de los camarines universitarios.

Paterno y otras autoridades sabían de las desviaciones de Sandusky, pero prefirieron silenciar los casos a defender a las víctimas, con la idea de evitar el desprestigio para la universidad. Por suerte, la complicidad con la que las autoridades mezclaron inmoralidad con criminalidad y triunfos deportivos con abusos sexuales, no quedó en la impunidad.
La justicia está a punto de condenar a Sandusky hasta con 373 años de prisión; a Paterno, ya fallecido, le retiraron sus honores y el bronce; mientras que la Asociación Nacional de Deportes Universitarios penalizó a Penn State con 60 millones de multa y, entre otras sanciones, le revocó sus títulos obtenidos entre 1998 y 2011, y le restringió su sistema de becas deportivas.
Todo esto no quedó exento de polémica. Muchos fanáticos antepusieron la gloria deportiva a la integridad personal, exonerando a Paterno socialmente. Sin embargo, su conducta demuestra que el silencio sobre un acto criminal, moral y legalmente, equipara la responsabilidad del cómplice a la del autor del hecho. Pero la complicidad no solo está en el silencio, sino también en la omisión, como quedó demostrado tras la matanza del 20 de julio en un cine de Aurora, en los suburbios de Denver, Colorado, durante el estreno de la última película de Batman. Aunque algunos hayan acusado a Hollywood, a los video-juegos y a los medios de comunicación por apología de la violencia – lo que requiere un análisis por separado - están más relacionadas a la permisividad con la que cualquiera puede comprar y portar armas, incluso, de asalto y alto calibre.
El tema no es fácil; polariza y divide. Al contrario de lo que indicaría el sentido común – menos armas, menos violencia - la venta de armas va en aumento después de la masacre de Aurora, una tendencia en aumento en los últimos años por temor de muchos a perder el derecho a la defensa propia y que haya controles y restricciones.
La discusión sobre armas y controles incomoda a los políticos, muchos temen que sus posiciones les hagan perder capital electoral. El presidente Barack Obama y su contrincante para las elecciones de noviembre, Mitt Romney, dieron sus condolencias a los familiares de las víctimas de Aurora, pero evadieron hablar de planes específicos sobre compra-venta y portación de armas de fuego.
Sin embargo, aunque no se comprometan ni quieran asumir riesgos, al menos deberían motivar un debate nacional que sigue débil e inconcluso. En honor a las 12 víctimas y las decenas de heridos de Aurora, no pueden quedarse en silencio o ser cómplices por omisión.
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