La severidad de la crisis social que nos impacta en la ya iniciada segunda década del siglo 21 debe preocuparnos de manera especial a quienes somos seguidores del Maestro Jesús.
Por este motivo se torna urgente exhortarnos a considerar las siguientes acciones.
Primero: llenarnos de esfuerzo y valentía para en los hechos mostrar la intensidad bíblica del amor a Dios y al prójimo.
Segundo: trabajar con urgencia en el problema del DIVISIONISMO (proliferación arbitraria de sectas y denominaciones en contradicciones a veces insuperables entre ellas) La falta de unidad es uno de los principales obstáculos para que la iglesia aporte significativamente a la presente civilización. La unidad da identidad, poder, credibilidad y penetración.
Tercero: evitar ser superficiales con el esencialismo del evangelio. El problema del hombre no solo es su necesidad de Cristo. Es la transformación de su carácter, sus hábitos, sus vicios, su egoísmo, sus trastornos. Una verdadera aplicación del Evangelio del Reino, es la respuesta.
Cuarto: lograr que todas las decisiones y acciones de cada miembro de la familia cristiana giren alrededor de restaurar su familia, integrarla, edificarla, realizarla, desarrollarla.
De estas saldrán los futuros esposos, padres e hijos a la manera bíblica que darán origen a otras miles y miles de familias del reino. Solo de estos claustros que críen hijos con los principios divinos saldrán las autoridades y gobernantes honestos para dirigir y administrar las naciones y ser cogobernantes en el reino milenial anunciado en la biblia.
Quinto: ir adelante en la atención de necesidades a todos los que padecen hambre e injusticias, tiene que pasar de la compasión a la misericordia.
Sexto: animar a cada seguidor del evangelio a perseverar con esfuerzos para una vida apartada del pecado, pues la biblia establece que sin santidad nadie verá a Dios. Esto mismo equivale a animar constantemente a los creyentes a lograr poner en práctica el evangelio del arrepentimiento, como exhortaron en los inicios Juan el bautista y luego el apóstol Pedro.
Séptimo: ser expertos intérpretes de las señales morales y espirituales de los tiempos actuales, tal como se anunciaron en las escrituras neo testamentarias, pues la iglesia debe estar preparada como novia pura y sin mancha esperándolo en su segunda venida.
Finalmente la iglesia seguidora de Cristo debe entender el rol del estado y que los sistemas políticos actuales son dirigidos por hombres, generalmente desconectados con los estándares de Dios, con un marcado nivel de incredulidad en lo sacro, y en esa circunstancia debemos ser constantes en la exhortación, oración e invitación a los gobernantes a buscar la guía y sabiduría divina.<
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