El Viejo Luchador, que tanta venia y honor está recibiendo del gobierno, seguro estamos no compartiría el trato que los principales de este, el poderoso mandatario y su círculo de vistosos colores y poderes, dan a la prensa.
Mucho más: desecharía y condenaría las desadaptadas manifestaciones contrarias a la libertad de expresión y de opinión que se han desatado a raíz de ejemplos propios provenientes del Ejecutivo.
Porque las acciones de un gobierno que se proclama de lucha contra las injusticias y que dice ser de conquistas sociales por el mejoramiento del pueblo, no son compatibles con ejecuciones sumarias que buscan cercenar las libertades de prensa y de expresión.
Y causa asombro y preocupación la mediática campaña iniciada por el señor Presidente de la República, que usando su retórica de admiración al General Alfaro, especialmente en sus acostumbradas sabatinas, resalta su teoría de la intervención de la prensa en el acometimiento del asesinato de don Eloy, subrayando las crónicas que a la época publicara diario El Comercio.
¿Cómo es posible que todo un mandatario democráticamente elegido y constitucionalmente obligado a respetar a todos los habitantes por igual, a obrar con equilibrio, espiritualidad y ecuanimidad para servir eficientemente a toda una nación, incursione en campos en los que los riesgos de violencia están casi en la superficie y que con pequeñas equivocaciones pueden exacerbarse y surgir sin mucho esfuerzo con posibilidades de causar daños con repercuciones quizá incontrolables?
El mandatario ha sido insistente en restar valor a las publicaciones de El Comercio que expresan admiración y respeto a Alfaro, basándose en la ligera apreciación de que cómo puede ser cierto que ahora en ese medio se escriba bien de alguien a quien hace cien años se atacara ferozmente.
Deducción que causa preocupación porque temporiza y retrotrae la forma de pensar de los años primeros del siglo pasado para atribuírselas a los actuales directivos del periódico, ignorando las posibilidades de variación de mentalidad común en los cambios generacionales.
Y porque persiste en esa intención que se torna en irresponsable al no reparar en los efectos que sus aseveraciones puedan causar en aquellos tarados que, llevados por el pasionismo, la ignorancia, el fanatismo, y hasta el mismo esbirrismo, crean que hacen “patria” al atentar contra alguno de los funcionarios, periodistas o la estructura del mismo medio.
¿Es eso lo que se busca con los mensajes difamatorios contra El Comercio?
Se advierte que ya en algunas paredes de Quito se leen grafitis como estos:
--"Hogueras de ayer, calumnias de hoy, cenizas de mañana. El Comercio"
-- "Mis calumnias alimentan la Hoguera Bárbara. f). El Comercio"
--"Armas de destrucción masiva: El Comercio, El Universo, Teleamazonas"
--"Renacemos a diario matando revoluciones. f) El Comercio"
--"Si compras El Comercio, me quemas de nuevo. f) El Comercio"
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