Considero de extrema importancia la confirmación que el Papa ha hecho de su próximo viaje a México y Cuba.
Y es que la normalización de las relaciones entre la Iglesia católica y el Estado mexicano, entre la fe, la sociedad y la política; el drama del narcotráfico, la injusta distribución de la riqueza o los problemas relacionados con la educación, la proliferación inducida de las sectas o la situación de los pueblos indígenas, son cuestiones abiertas que desafían a la misión de la Iglesia. Ni el silencio ni la simulación son propios de un estilo de vida cristiana. Por eso las palabras del Papa se referirán necesariamente a estas y otras cuestiones que afectan a la vida de los millones de mexicanos, en su inmensa mayoría católicos. Esta será la verdadera normalización de la presencia de la fe en la vida cotidiana de la sociedad mexicana, que después de tantos años todavía sigue pendiente.
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