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El Padre Nuestro de Alfaro…
El Padre Nuestro de Alfaro…
Por: Melvyn Herrera
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Lunes 06 Febrero 2012 | 00:00

Esta maravillosa oración que por lo regular nos la enseñan nuestros mayores en el seno del hogar y luego la practicamos en el catolicismo heredado de nuestros colonizadores, el pasado 29 de enero, en “La Revista” dominical del mayor diario nacional, “El Universo” -que está en el “ojo de la tormenta” legal, la mayor de este tipo que se haya conocido- apareció publicada, pero escrita en Panamá por otro padre, éste, del

Ecuador nuestro, de quien el sábado 28 de enero recordamos con todo el criollo boato de estos días, el centenario de su horrendo asesinato con sus acompañantes; me refiero a don José Eloy Alfaro Delgado.
Un descendiente de él pidiendo mantener su anonimato, hizo llegar a ese matutino -con su respectiva introducción- el manuscrito del puño y letra de don Eloy; esto lo honra, especialmente en estos tiempos en que muchos “dan el alma al diablo” por publicidad. Destaca en su texto que, por el ejemplo de don Eloy, plasmado en la oración que de seguido me atrevo a transcribir, la familia no acudió a la venganza por el martirio que sufrió el  inmortal Alfaro; lo que es de destacar por ciertas actuales circunstancias…
Conmovió a mi sensibilidad su lectura y de inmediato realicé esta nota, porque de toda la parafernalia que vi, leí y escuché por el aniversario del infausto crimen, es lo mejor que la comunidad pudo conocer; por ello, aporto con esta  difusión de lo más humano y noble que -a mi modesto criterio- don Eloy  pensó y escribió:
El Padre Nuestro (Escrito por el Gral. Eloy Alfaro Delgado)
¡Oh! Padre vuestro adorado; / Que llenas el infinito. / Tu nombre será bendito / Tu nombre santificado. / De tu reino deseado / Veamos la majestad. / Tanta dicha tu bondad / Has la (sic) pura sin recelo / En la tierra y en el cielo / Hágase tu voluntad. / Dame el preciado sustento / Que es menester cada día / Preserva la vida mía / Del mal y de sufrimiento / La tentación ni un momento / Fuerte aparezca conmigo / Y tu invisible Testigo. / Niégame el perdón severo / Si no perdono primero / La ofensa de mi enemigo.
Panamá, diciembre 17 de 1887.
Sobra destacar la religiosidad que Alfaro trasluce en su profunda oración, la que en ninguna forma contradice, al contrario, reafirma sus principios, a los que sus fanáticos asesinos imputaban lo que ellos no entendían. Por vivencias actuales, resalto los tres último versos, ¡dicen lo que ahora tanto necesita esta sociedad! Creo que más palabras mías afectarían la pureza del pensamiento expresado por este inmolado padre de la patria, por lo que sería de esperar que cada quien y sus círculos íntimos, ¿y por qué no también nuestras autoridades gobernantes? hagan suya esta oración; como sucedió conmigo desde que la leí… <

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