Los usuarios apuntan su orina a un sensor dentro del urinario que mide el volumen y la velocidad, y luego un software evalúa la progresión en una selección de cinco videojuegos en una consola montada en la parte superior del servicio.

 

“Al principio, pensábamos que realmente sólo a los jóvenes les gustaría este tipo de juego. Pero hemos visto que las personas disfrutan con el juego, con independencia de la edad”, dijo Hirotaka Machida, jefe de producción de la consola.

 

A 1.800 dólares la unidad, Machida dijo que el plan original había sido evitar el mercado masivo, pero que las pruebas en pubs y restaurantes habían demostrado una amplia aprobación.

 

Un dispositivo de infrarrojos detiene el juego si el participante apunta demasiado lejos, según Sega, que pretende extender el juego por el mundo este año.