Y las protestas provienen también del ciudadano común porque siente el golpe en forma directa o indirecta, a pesar de la avalancha publicitaria oficial que intenta negarlo, pues la repercusión de los incrementos llega por todos lados.
Es que a los aumentos de impuestos establecidos por el gobierno central se suman los de tributos a los gobiernos sectoriales como el Consejo Provincial o municipalidades.
Ante esto, se esgrime la necesidad de que los gobernantes deberían manejarse mejor con campañas destinadas a ser lo suficientemente eficiente en el cobro de los impuestos ya establecidos, para que el considerable porcentaje de evasores sea reducido al mínimo, especialmente con los que teniendo más se han acostumbrado a pagar menos.
Claro, sin que se constituya en una suerte de persecución que degenere en abuso, como se aprecia en algunos sonados casos con personajes y empresas nacionales.
Y también entrarle a un período de abstinencia al despilfarro, como el de esa propaganda oficial que atiborra a la nación y colma la paciencia del ciudadano.