María Concepción Mero Delgado, de 75 años y moradora del barrio Santa Cruz, se levantó a las 05h00 del domingo cuando llovió más de 10 horas y acaparó más de 3 tanques de agua.
“Esta agüita me sirve para lavar la ropa, los platos y tirar al baño cuando uno lo ocupa”, dijo muy alegre Mero cuando recogía los últimos pomos llenos con agua en el portal de la vivienda de su hijo Carlos Mero.
La madrugada de ese día Mariana Santana, moradora de la calle Aníbal San Andrés y José Santos Bello, se levantó a lavar la ropa. “Hay que aprovechar el agua del invierno para lavar la ropa”, dijo.
Otra que también madrugó para lavar la ropa fue Eulalia Sebastiana Mero. “El agua que cae del cielo es gratis, más fina y gasto poco detergente”, expresó la mujer, quien señaló que con el agua potable que recibe a través de las tuberías gasta más de 3 jabones y un deja para lavar más de una docena de ropa. Mero aseguró que ese día sólo gastó una estilla de jabón y la mitad de una funda de deja para lavar 18 piezas de ropa. <