No recuerdo quién lo dijo, pero lo dijo: “Si la guerra nace en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres en donde deben sembrarse las semillas de la paz”. Si creemos en esa frase –yo si creo- destruir inmensas cantidades de plantaciones de coca resultaría un acto coyuntural. Por cada millón de hectáreas que se destruyan, tres millones más se sembrarán en cualquier sitio. Porque en este caso, para desgracia de la juventud, se cumple aquello de que hierba mala no muere.