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Jorge Bello Moreira
Lo ideal frente a lo real
Jorge Bello Moreira

Todos queremos cambios. Aún estando bien queremos estar mejor, por lo tanto cambiar es un ideal común de todos y es legítimo que propendamos a él.

Miércoles 27 Diciembre 2006 | 20:55

En el país pesimista que habitamos y del que salirnos parecería más que audaz estúpido; la mayoría quiere cambios porque cree que hemos vivido lo peor y más bajo no podríamos caer. Por lo tanto cambiar por cambiar es una aspiración omnipresente en todos los instantes sociales. Pero nadie puede garantizarnos que los cambios que vendrán serán sólo para bien y menos si esos cambios anhelados están supeditados a la conformación de un colectivo moral e intelectualmente preparado llamado Asamblea salvadora. Nadie puede garantizarnos que por medio de un instrumento llamado Constitución del Estado, se puedan solucionar todos los problemas del país, como parece ser el mensaje de los promotores. ¿Saben o se imaginan quiénes serían los representantes a la Asamblea Constitucional o Constituyente? Por ejemplo. ¿Recuerdan la del 98? ¿Saben cuál es la tesis que tendrá que llevar Manabí a esa Asamblea? no es bueno ver al país solo a través de lo que aspira Manabí como tampoco es bueno ver al país solo desde lo que piensan Quito y guayaquil. ¿Habrá ecuanimidad en las visiones? ¿Y si no la hay? Hay que arriesgarnos. Me respondió un amigo. “a garrote limpio” camarada, me dijo otro envalentonado revolucionario de la teoría. Lo ideal es que los cambios sean para bien y se traduzcan en bienestar para el pueblo a través de educación, salud, trabajo y progreso. Lo real será que habrá una confrontación entre los que aspiran ese ideal por una vía, quienes la aspiran por otras menos convencionales y por los beneficiarios del statu-quo, por otro lado. Lo real es también que el país optó por un ideal altruista pero ideal al fin; que la hoja de ruta no estuvo definida y su implementación denota solo buenos deseos como también alta dosis de evidente improvisación. Se hace una lectura aparentemente lógica pero no profunda de los resultados electorales. Se pone en un solo saco tres millones y medio de votos con la misma petulancia que lo hacía el dictocráta en sus momentos de bravuconada y atropellos. ¡Cuidado! Hay más de dos millones de votos contra la otra candidatura, como lo ha reconocido el propio vencedor en uno de sus ratos de humildad. El presidente electo ha definido el horizonte del país a través de su gestión con la construcción de un estado socialista. ¿Sabemos qué es un estado socialista? ¿A qué modelo socialista se refiere? ¿Está de acuerdo la mayoría? ¿Fue eso por lo qué votó el mandante? ¿Qué le garantiza que los refundadores del país a través de la Asamblea quieran un Estado Socialista? ¿Y si la Asamblea “libre y democráticamente” da un giro adverso a la voluntad presidencial? ¿Estamos para jugar esta ruleta rusa con el país? Ah! En medio de todas esas dudas lo ideal será que el gobierno entrante gobierne para que la realidad no supere sus fantasías y el Ecuador que desea cambiar no lo cambie. ¡Yo también quiero que todos los ecuatorianos mejoremos nuestro nivel de vida desde el 2007! Felicidades.
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