Olvidando momentáneamente la seguridad, los más visibles son los relacionados al tránsito de peatones y vehículos en los sectores centrales de las ciudades, donde se requiere el señalamiento y ordenamiento del caso, como la reglamentación sobre la saturación acústica que emiten locales y anunciantes. A esto hay que agregar la contaminación visual por la proliferación de letreros de los más diversos tamaños, formas y colores con que se afean las fachadas de las edificaciones.

En este punto sería ideal promover el cuidado de construcciones antiguas en todos los cantones, especialmente en la capital provincial y en Manta; es decir, inmuebles que son verdaderos monumentos a la historia y tradición, los que al momento, salvo pocas excepciones, no son apreciados ni aportan al ornato por la publicidad que los satura, con la que ocultan el descuido en que han caído por la falta de mantenimiento de sus fachadas y estructuras en sí, atentando también a la seguridad de quienes los habitan.

Lograr orden y una mejor visualización del entorno citadino es solo voluntad de los munícipes, quienes deben vía ordenanzas y disposiciones administrativas estimular la reconstrucción de edificaciones antiguas. Además, regular lo pertinente, de manera que, las comunidades ganen con un mejor nivel de vida al no ser agredidos por el sonido y la publicidad, Así, el entorno urbano tendrá una agradable presentación visual y estética, abonando al turismo nacional e internacional.