Mientras más se acerca la época, viene la siguiente pregunta ¿De quién es la Natividad y la Navidad? ¿Del rico o pobre, del hijo o padre, del niño o anciano, del infantil o adolescente, del joven o tercera edad? La respuesta es que la natividad y navidad suele ser un acontecimiento que la humanidad espera con gran cristiandad. Jesucristo distingue a quienes desean sinceramente una vida mejor de quienes amargan la vida a los demás, por lo tanto, es apremiante que la gente de buen corazón se separe de la maldad, del odio y violencia. No solamente del 1 al 25 de diciembre debemos utilizar palabras amables personificando la relación, sino durante los doce meses del año. El propio Jesucristo manifestó ese mismo espíritu cuando vivió en la tierra. Los niños, como seres que ven el mundo irreal de sueño con gran ilusión, creen plasmarlo con un juguete, y los padres observan cambios positivos como aumento de la creatividad y mejor comportamiento cuando juegan. De igual manera, aquellas personas por quien sentimos amistad y aprecio esperan de nosotros que le brindemos nuestra lealtad navideña. Reflexionando: “Los hombres y mujeres piadosos cuyos nombres figuran en el tiempo de Natividad y Navidad no sólo pueden ser calificados de fieles sino leales a la iglesia católica, y a nuestro señor Jesucristo, hijo de Dios.