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Libertad Regalado Espinoza
El banquero de los pobres
Libertad Regalado Espinoza

El domingo pasado en Oslo, Noruega, Mahatmma Yunus, recibió el Premio Nóbel de la Paz, máximo galardón que se otorga a quienes dedican su tiempo a servir a la humanidad.

Jueves 14 Diciembre 2006 | 20:39

No pudo haberse escogido otra fecha mejor para realizar esta entrega, el 10 de diciembre tiene una connotación sin precedentes, en 1948 se realizó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, postualdos que han tenido un peso decisivo en la vida de Yunus. Lo paradógico de esta figura, es que él es un banquero, persona a quien normalmente se lo califica como un usurero legalizado, pero hoy gracias a su trabajo cambia esta significación para convertirse en el protector de los pobres. Bangladesh, una población de 145`000.000 de habitantes, de extrema pobreza, donde el ingreso diario de la mayoría de la población no supera el dólar diario, a futuro (2015) podrá reducir a la mitad la cifra de pobres, gracias a un programa de microcréditos, que vienen de la mano de proyectos productivos, con asistencia técnica; de tal suerte que cada familia se convierta en un ente productivo y no en un pordiosero, que espera que el estado cada mes lo denigre entregándoles el famoso “bono de desarrollo” que lo único que promueve es la desocupación. Al ser humano hay que dignificarlo y lo único que lo lleva por ese camino es el trabajo. La idea de este maravilloso hombre, “banquero de los pobres”, convertido hoy en un paradigma, es crear un mundo nuevo para asegurar la paz y esto solo se consigue eliminando o por lo menos reduciendo la pobreza. El desarrollo y la seguridad van de la mano de los Derechos Humanos, los gobiernos deben primar programas de apoyo para quienes no tienen ingresos, pero no a través de limosnas, sino de proyectos como el que hace años creó Yunus y que está a la disposición de los gobernantes del mundo y de organismos Internacionales. ¿ Cúal es la condición que deben tener? El compromiso con los desposeídos y un liderazgo basado en principios éticos que los lleva a respetar los Derechos Humanos. Mientras sigamos pensando que la pobreza se termina con dádivas, con regalos momentáneos, nuestros países no saldrán del subdesarrollo. Hay que invertir en educación y no en el pretendido porcentaje del 5% de los ingresos del Estado, hay que invertir en salud y no en el hasta 6% de los ingresos; gobiernos que priorizan estas dos líneas, son los que han hecho posible cambios en sus países. Si programas como los del nuevo Premio Nobel de la Paz se extendieran por el mundo la pobreza se reduciría drásticamente, si los gobernantes recordaran solo parte de la Declaración Universal de la Derechos Humanos eso que dice: “el ser humano tiene derecho al trabajo, a un nivel de vida adecuado para la salud y el bienestar y a la educación”; otra sería la realidad de nuestros pueblos.
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